Cada organismo es distinto, por lo que la obesidad se
presenta en ellos también de formas diversas. Estudiar la distribución
de la grasa y adaptar el tratamiento a aplicar asegura unos resultados
más efectivos y duraderos.
La
obesidad es una condición multifactorial en cuya aparición están implicados
numerosos factores etiológicos, entre los cuales la herencia y el medio
ambiente juegan un papel determinante. En un intento de definir la distribución
de la grasa corporal y relacionarla con factores de riesgo cardiovascular, la
SEEDO estableció unos criterios de distribución de la grasa corporal
clasificando la obesidad de la siguiente manera:
1.
De distribución homogénea o generalizada.
2.
Abdominal, Androide o Central. Se da cuando la grasa se acumula en su mayoría
en la región abdominal, existiendo un cociente cintura/cadera superior a 1 en
el
hombre
y a 0’9 en la mujer. Se subclasifica en subcutánea cuando se acumula la grasa
en tejido subcutáneo, y visceral cuando existe un cúmulo de grasa alrededor de las
vísceras abdominales, requiriendo para su diagnóstico técnicas de imagen como
los ultrasonidos, la TAC o RMN. Esta grasa visceral es la que se asocia con un
incremento del riesgo cardiovascular y al síndrome metabólico.
3.
Glúteo-femoral, Ginoide o Periférica. Se denomina así a la acumulación
mayoritaria
de grasa en las caderas, dándose un cociente cintura/cadera inferior
a 1
en el hombre y a 0’9 en la mujer. También se puede considerar obesidad
glúteo-femoral
cuando existe un índice cintura/muslo inferior a 1’6 en el
hombre
o a 1’4 en la mujer. Es la predominante en mujeres, y su aumento no
se
relaciona con el riesgo cardiovascular.
Son
diversos los factores que influyen en la distribución regional de la grasa corporal,
así que, aunque la cantidad total de grasa corporal es mayor en la mujer que
en el hombre a cualquier edad, la adiposidad visceral o intraabdominal predomina
en los varones. En ambos sexos tiende a aumentar con la edad, y en la
mujer el incremento es similar al del hombre a partir de la menopausia. Los
hábitos de vida y la alimentación también tienen una relación directa con la
distribución de la grasa corporal: el incremento de grasa abdominal se asocia a
la ingesta de grasa, la ingesta de alcohol y el hábito de fumar; mientras que
disminuye con la ingesta de fibra e hidratos de carbono y el ejercicio físico.
Las
hormonas también juegan un papel primordial en la distribución de la grasa corporal.
En el varón adulto, la grasa guarda una correlación negativa con la
testosterona plasmática; mientras que en la mujer los estrógenos y la
progesterona favorecen
el acúmulo glúteo-femoral de la grasa, lo cual cambia tras la menopausia, donde
el acúmulo tiende a hacerse central.
El
Fenotipo Ginoide o tipo “pera” La celulitis de caderas y glúteos no debe ser
considerada tan sólo un problema estético, sino que debe manejarse como una
patología crónica del tejido celular subcutáneo. Esta afección, relacionada
directamente con los estrógenos, aparece a partir de la pubertad y se mantiene
prácticamente a lo largo de la vida. La celulitis engloba un acúmulo graso
localizado en un área, asociado a un bloque del flujo circulatorio sanguíneo y
linfático. Esto se traduce en un aumento de volumen a expensas de la grasa y
del edema, por acumulación de líquido e insuficiencia circulatoria. El
mantenimiento de esta situación conduce a la producción de tabiques fibróticos
que se generan entre las células grasas (adipocitos), retrayendo la piel y
dándole el aspecto típico de “piel de naranja”.
Tratamientos
aconsejados.
Los
tratamientos para la eliminación o modulación de esta patología exigen
que
se aborden las tres causas implicadas en la misma.
Sin
duda, el tratamiento de elección es la infiltración de los principios activos
que
estimulan la eliminación del agua y toxinas acumuladas, aceleran el vaciamiento
de grasa del adipocito y mejoran la microcirculación sanguínea. Esta técnica, denominada
mesoterapia, se caracteriza por la
aplicación de estos principios que actúan potentemente con mínimas dosis en un
punto muy concreto de
la dermis, el mesodermo, a través de una finísima aguja, mapeando la zona
implicada de manera superficial, así como los trayectos venosos y linfáticos
por donde se realizará la eliminación de dichos “detritus”.
La
mesoterapia es una técnica que debe realizar un especialista, cuyo criterio de
elección del fármaco para la corrección de la patología es fundamental para la
seguridad y el éxito del tratamiento. Se lleva a cabo en sesiones semanales durante
el tiempo que paute el especialista, y los resultados se observan a partir de la tercera o cuarta
sesión.
La
utilización de ondas de radiofrecuencia como complemento de la mesoterapia es
muy útil para tratar otros aspectos asociados a la celulitis de piernas y
glúteos. Esta técnica se basa en el calentamiento de la dermis profunda e
hipodermis para
conseguir, por un lado, un vaciamiento del adipocito por efecto térmico, y por
otro, una mejoría del tono cutáneo por formación directa de fibras de colágeno
y elastina. Consiste en la aplicación de un transductor de ondas de
radiofrecuencia sobre
la superficie de la piel, alcanzando una temperatura en superficie de 42 o 43ºC
y de 55ºC en la dermis profunda. La mejoría se observa desde la primera sesión,
pues no sólo modela la dermis y favorece el drenaje de toxinas y agua, sino que
gracias al efecto térmico se aprecia una mejoría de la textura y tensión de la
piel. Se realizan sesiones que varían entre los 7 días (en caso de equipos de
radiofrecuencia más superficiales) y las 3 a 5 semanas (en caso de equipos que
asocian una manera de trabajo monopolar y bipolar, es decir, en superficie y
profundidad).
Otros
factores celulíticos
Existen
factores externos que empeoran una celulitis por afectar a una o más de las
facetas que la originan: la ingesta de alimentos calóricos y elaborados con
grasas saturadas (como los alimentos precocinados, el café, el alcohol y el
tabaco) que empeoran
la microcirculación, o la falta de ingesta de fibras, que mejoran el tránsito
intestinal y por tanto la eliminación de toxinas. El sedentarismo también
influye negativamente, ya que no favorece la correcta circulación sanguínea y
empeora el retorno venoso y el estreñimiento.
La
flacidez muscular (que no cutánea) también es otro aspecto a valorar en el
tratamiento del contorno corporal. En este caso, el ejercicio físico aeróbico,
así como la tonificación de glúteos y cara interna de los muslos, es la
herramienta clave para conseguir un tono perfecto. Las plataformas vibratorias bien
dirigidas y su uso constante son una excelente vía para el entrenamiento
corporal tanto en el domicilio particular como en el gimnasio, pero es
importante garantizar siempre el consumo
de proteínas de bajo índice calórico para conseguir la energía y firmeza
necesarias.
La
Grasa Androide o Abdominal.
Como
ya hemos mencionado, ésta se caracteriza sobre todo por un aumento del contorno
abdominal, asociada o no a grasa subcutánea, y “pellizcable” con los dedos. Al ser
una grasa relacionada con la disminución de la testosterona plasmática en el
varón y de estrógenos en la mujer menopáusica, es más frecuente encontrarla a
partir de una determinada edad o bien asociada a excesos en el consumo de
alimentos hipercalóricos. Es una grasa resistente a la dieta
y al
ejercicio físico, aunque mejora notablemente con dietas
de
restricción calórica. Cuando se trata de grasa subcutánea, podemos abordarla
con
técnicas superficiales que penetren en la dermis hasta llegar al adipocito. La
primera técnica que se utilizó era la infiltración de medicamentos lipolíticos
(“quemagrasas”) que redujeran el volumen del adipocito, pero la mesoterapia ha
sido
secundada por otras técnicas para la eliminación o reducción del adipocito.
La
cavitación es una técnica que se realiza con un equipo de ultrasonidos de
frecuencia baja. Tras la infiltración en el tejido adiposo de una solución
hipoosmolar, se aplica el ultrasonido, que provoca un efecto mecánico, por un
lado, sobre la membrana del adipocito para desestabilizarla y romperla; asimismo,
el agua infiltrada en el adipocito vibra con la onda y se forman microburbujas
de aire, que confluyen entre sí hasta provocar una implosión, con la
consiguiente ruptura del adipocito.
Conseguir
este efecto requiere de una técnica muy depurada, tanto en la infiltración como
a la hora de elegir la frecuencia de emisión del ultrasonido que consiga romper
la membrana del adipocito, pero el proceso se ha simplificado con la
utilización del deoxicolato cálcico, una sustancia que al infiltrarse específicamente
en la grasa produce una necrosis de la misma sin posibilidad de que vuelva a
aparecer. Es un tratamiento que se realiza exclusivamente en grasa subcutánea,
siempre y cuando la zona a infiltrar cumpla una serie de requisitos, siendo las
más comunes abdomen y flancos.
Contra
la retención de líquidos existen numerosas patologías y situaciones
relacionadas con la retención hídrica corporal: la ingesta de fármacos
implicados en
la retención de agua o ganancia de peso (como antihistamínicos, corticoides, o
terapia hormonal), hábitos tóxicos, la historia menstrual, patologías cardiacas
o renales, afecciones pulmonares o hepáticas, insuficiencia venosa o linfática
(a causa de cirugías previas o traumatismos), etc. En la historia médica de
cada individuo deben recogerse datos acerca de la historia personal y familiar
del paciente para descubrir las posibles causas de esa retención de agua. En
primer lugar debe buscarse el origen del edema y cuantificarse su severidad.
Una vez diagnosticado, la aplicación de un drenaje linfático manual o, en su
defecto, presoterapia, consigue la apertura de los canales linfáticos, que
reconducen el agua corporal acumulada extracelularmente hacia el exterior a través
de la orina principalmente. Por encima de todo, una adecuada lucha contra la
obesidad debe incluir una adecuada reeducación alimentaria, proponer un estilo
de vida saludable y medidas higiénico-posturales para favorecer el drenaje.
Pero lo más importante es ser consciente de que cuidarse es una actitud
saludable, y crear hábitos es la única manera de mantener los éxitos en el
tiempo.
Dra. Cristina de Las Heras
Dra. Cristina de Las Heras